La Luna a un metro de distancia

Por Paco Bellido, el 30 diciembre, 2018. Categoría(s): Historia ✎ 3

En el Bâtiment Perrault, el edificio histórico del Observatorio de París, se encuentra el espejo del siderostato del que fuera el mayor telescopio refractor de la historia, una magna obra de ingeniería con un triste final.

Los últimos años del siglo XIX fueron una época de gran chovinismo, el romanticismo encendió la llama del nacionalismo y las grandes potencias competían entre sí para mostrar los avances logrados por sus sabios en distintos campos de la ciencia y de la técnica. La gran Exposición Universal celebrada en París en 1900 fue un compendio de las maravillas de la técnica de la época. François Deloncle, miembro de la Cámara de Diputados francesa, tras una visita al Observatorio de París en 1892 ideó la creación de un instrumento óptico gigante que fuera, a su modo, tan espectacular como la Torre Eiffel, también construida con motivo de otra Exposición Universal, la celebrada en 1889.

Desde el inicio de su construcción en 1892 hasta 1910 en que acabó desmontado, el telescopio gigante fue protagonista de numerosos chistes y bromas, apareciendo en revistas satíricas y periódicos. Estos comentarios jocosos hicieron mella en la fama del telescopio, y mucha gente pensó que el invento solo era un gigantesco tubo inservible, incapaz de permitir divisar la Luna a un metro de distancia, como prometía la publicidad.

Resultado de imagen de observatoire paris siderostat

En realidad, la fabricación de un telescopio de estas características suponía todo un desafío para los ingenieros, mecánicos y ópticos encargados de la tarea. El telescopio contaba con dos objetivos intercambiables (uno para uso visual y otro para fotografía) de 1,25 metros de diámetro. La distancia focal era de 57 metros, lo que obligaba a que el telescopio estuviera montado permanentemente en posición horizontal. Los objetos astronómicos se localizaban por medio de un siderostato, un espejo plano de 2 metros de diámetro con seguimiento ecuatorial montado sobre un enorme armazón de hierro fundido.

Resultado de imagen de observatoire paris siderostat

El ocular se podía desplazar metro y medio aproximadamente para enfocar el telescopio haciendo uso de un soporte sobre raíles. Con el mínimo aumento (500×), el campo de visión era de 3 minutos de arco. El telescopio se instaló en el Palais de l’Optique en el Campo de Marte, muy cerca de la Torre Eiffel. El tubo estaba orientado en dirección Norte-Sur y constaba de 24 cilindros de metro y medio de diámetro apoyados sobre pilares de acero y hormigón. El eje del telescopio se encontraba a siete metros de altura sobre el suelo. La habitación donde se encontraba el siderostato disponía de una cúpula móvil de 64 metros de diámetro para poder ver los cuerpos celestes. En realidad las observaciones públicas no se pudieron llevar a cabo, el objetivo para visual no se terminó a tiempo y se exhibió en una sala anexa como pieza sin acabar.

Imagen relacionada

Aunque el telescopio no se había ideado para un uso científico, algunos astrónomos sí que llegaron a realizar observaciones con este equipo monstruoso. El padre Théophile Moreux (1867–1954) hizo algunos dibujos interesantes de manchas solares y el gran astrónomo de origen griego Eugène Michel Antoniadi (1870–1944) hizo lo propio con varias nebulosas. Por su parte Charles Le Morvan (1865–1933) realizó una serie de fotografías de la superficie lunar.

La empresa encargada de construir el gran telescopio se declaró en quiebra tras la Exposición Universal dejando en una difícil situación a quienes habían apoyado y financiado la construcción del monstruoso telescopio, entre ellos el célebre Camille Flammarion. Finalmente el telescopio salió a subasta en 1909, pero nunca apareció un comprador interesado y las 22 toneladas del telescopio acabaron en la chatarra. En uno de los sótanos del Observatorio de París han aparecido recientemente los objetivos y en la exposición permanente se puede ver el siderostato de dos metros.



3 Comentarios

  1. Ya sabía de este monstruo. Lo que siempre tuve claro es que es imposible ver «la Luna a un metro» con una distancia focal de 57 metros. Un ocular de 10 mm acercaría la luna unas 5700 veces. Para acercarla a un metro necesitaría casi cuatrocientos millones de aumentos. Para el ocular de 10 mm la distancia focal del telescopio tendría que ser de unos 4.000 km de longitud, con lo cual la curvatura de la Tierra haría que sus extremos estuviesen separados de la superficie de nuestro planeta algo más de 300 km. Es decir que tanto el objetivo como el ocular estarían inmersos en el espacio a la misma altura que buena parte de nuestros satélites. Cualquier persona de la época podía calcularlo, por lo que la explicación de que medrara la noticia de «la Luna a un metro» tiene su explicación en el mismo fenómeno que hace que las cosas más obviamente falsas se viralicen en nuestros días. Si cometí algún error de concepto o de cálculo, algún buen ciudadano haría bien en aclararlo. Un saludo.

Deja un comentario

Por Paco Bellido, publicado el 30 diciembre, 2018
Categoría(s): Historia
Etiqueta(s): , ,