Las bibliotecas de los observatorios están llenas de tesoros, entre los libros astronómicos más vistosos jamás editados destaca una obra de Petrus Apianus que bien podría considerarse el último gran libro de referencia con una visión geocéntrica del Universo.
En mi última visita al Real Observatorio de la Armada de San Fernando (Cádiz) tuve ocasión de deleitarme con el Astronomicum Caesareum, una preciosa obra en folio dedicada al rey Carlos I de España. Es uno de los libros más fascinantes de la historia de la astronomía, por ello es muy posible que se hayan conservado casi todos los ejemplares impresos. El aspecto más llamativo del libro es que está formado por una serie de discos de cartón pintados a mano y cosidos con hilos, estos discos (también denominados volvellas) permiten realizar diversos cálculos astronómicos. Hasta nuestros días han sobrevivido unos ciento veinte ejemplares; algunos de ellos incluso conservan las pequeñas perlas que se utilizaban para señalar los marcadores de los discos móviles. Desde su publicación en 1540 fue una obra de lujo, se sabe que Tycho Brahe llegó a pagar veinte florines por un ejemplar, el equivalente a unos 3000 dólares actuales. En 1985 se llegaron a pagar en una subasta 80.000 dólares por un ejemplar.
En la primera parte del libro Apianus ofrece instrucciones detalladas sobre el uso de las volvellas, para ello se sirve de la fecha de nacimiento del rey Carlos I y de la de su hermano Fernando, a quienes está dedicada la obra. Seguidamente explica cómo calcular eclipses, utilizando como ejemplo varios eclipses históricos, entre ellos el ocurrido once días antes de la batalla de Issos, en la que Alejandro Magno derrotó a Darío. La primera parte termina con varios móviles para realizar diversos cálculos cronológicos y astrológicos. Un par de discos permite averiguar la hora de concepción de un recién nacido a partir del momento de su nacimiento y de la fase de la Luna. La segunda parte del Astronomicum Caesareum se centra en diversos problemas de observación y sus soluciones gráficas. Como curiosidad, aparece por primera vez representado que la cola de los cometas apunta en dirección contraria al Sol. Apianus pudo observar cinco cometas en la tercera década del siglo XVI, entre ellos el cometa Halley.
En la imagen siguiente podemos ver el disco que permite calcular la posición del nodo lunar ascendente de una fecha determinada. Los dos puntos de intersección de la órbita de la Luna y de la eclíptica se denominan nodos lunares o puntos draconíticos, ya que en la antigüedad se creía que era precisamente en estos puntos donde los dragones esperaban a la Luna para tragársela durante los eclipses. El nodo ascendente es la cabeza del dragón, mientras que la cola representa al nodo descendente. Estos dos puntos tienen una gran importancia en el cálculo del calendario y en la astronomía clásica se utilizaban, principalmente, para determinar las fechas de los eclipses solares y lunares.
La obra es un prodigio de cálculo, el mecanismo para calcular la longitud del planeta Mercurio consta de nueve piezas impresas además de un complejo montaje oculto que permite el movimiento alrededor de cuatro ejes independientes. A pesar de todo, el Astronomicum Caesarum también tuvo sus detractores. Johannes Kepler se burló de los discos móviles “Quién me dará un manantial de lágrimas, para que pueda admirar la industria lamentable de Apianus que confiando en Tolomeo desperdició tantas horas en su laberinto de giros y vueltas entrelazadas”.
La Biblioteca Nacional de España permite su descarga en PDF.
Kepler tenía razón, pero la belleza y el trabajo de estas obras supera con mucho a una tabla de efemérides o una app del móvil. Son obras de arte aplicadas a la ciencia. Me sorprende el precio que se paga hoy por ellas. Me parece bajo.
Tycho siempre fue un geocentrista intransigente. Este factor debió influir bastante en su decisión de comprar el libro.