El astrónomo y divulgador Camille Flammarion instaló en 1886 un observatorio de primer nivel en Juvisy-sur-Orge gracias al obsequio de un admirador.
Aprovechando el homenaje que la Sociedad Astronómica de Francia, la Asociación de Amigos de Camille Flammarion y el Ayuntamiento de Juvisy-sur-Orge hicieron el 4 de junio de 2022 con ocasión del 97.º aniversario del fallecimiento de Camille Flammarion, he tenido la oportunidad de visitar el observatorio y la residencia del cantor del cielo, unas instalaciones donde también trabajaron colaboradores de la talla de Eugène Antoniadi, Ferdinand Quénisset o Gabrielle Renaudot.
Flammarion, el gran divulgador del siglo XIX
Probablemente no haya dudas de que Carl Sagan ha sido el gran divulgador astronómico del último cuarto del siglo XX. Nadie como él supo llevar al gran público la fascinación por el Cosmos. Un siglo antes, el divulgador francés Camille Flammarion consiguió lo mismo con muchos menos medios y sin la ayuda de la televisión. Sus libros, que se tradujeron a multitud de idiomas, eran asequibles a todo el mundo, aunaban poesía y elucubraciones filosóficas, algo que hacía las delicias de sus lectores, y todo ello sin renunciar a la profundidad científica cuando la ocasión lo requería. Flammarion había nacido en Montigny-le-Roi en el seno de una familia modesta. A los cinco años de edad fue testigo de un acontecimiento que decidiría su vida: un eclipse anular de Sol. El padre pierde su negocio a raíz de una serie de problemas económicos y decide probar suerte en París. El joven Flammarion encuentra trabajo como grabador y, en su tiempo libre, escribe un libro sobre el origen del mundo. Un médico que lo atiende reconoce el talento precoz del joven y lo recomienda para trabajar como calculador en el Observatorio de París, dirigido por el polémico Urbain Jean Joseph Le Verrier, descubridor de Neptuno.
Su trabajo en el observatorio, el cálculo del efecto de la refracción atmosférica en las posiciones aparentes de las estrellas medidas con el círculo meridiano, resulta mecánico y nada creativo. Sus compañeros de trabajo no muestran el más mínimo interés por la astronomía, mientras él sueña con otros mundos y sus posibles habitantes. Camille compagina el trabajo en el observatorio con la escritura, plasmando sus ideas en un breve librito de 56 páginas titulado La Pluralité des mondes habités (La pluralidad de los mundos habitados) que verá la luz en 1862 y que le acarreará la expulsión del observatorio. El libro, no obstante, se convierte en todo un éxito de ventas.
Cuando en 1879 publicó Astronomie populaire (Astronomía popular) en la editorial de su hermano Ernest, Camille ya era célebre. Aún no había cumplido 40 años, su firma era habitual en las revistas más prestigiosas de París a pesar de ser un autodidacta. En esa época ya tenía en su haber un buen número de libros, pero con Astronomía popular, se convierte en un personaje aclamado por el público. La obra, de 800 páginas y 360 ilustraciones, es un compendio exhaustivo de los conocimientos astronómicos de su tiempo. La publicación le vale en 1880 el premio Montyon, otorgado por la Academia Francesa y la Academia de Ciencias por ser «el libro que ha prestado el mayor servicio a la Humanidad». Henri Joseph Perrotin, director del observatorio de Niza, contaba que durante la expedición científica a la Patagonia para observar el tránsito de Venus de 1882, los lugareños le dijeron que siendo francés seguro que conocía a Napoleón y a Flammarion.
Flammarion fundó en 1887 la Société Astronomique de France (SAF), una asociación pro-am orientada al desarrollo y promoción de la astronomía. Los estatutos de esta agrupación aunaban la difusión de la astronomía con el estudio científico y sirvieron de modelo a cientos de asociaciones astronómicas que se fundaron posteriormente, entre ellas la British Astronomical Association en 1890. El éxito de la SAF fue rápido: 80 miembros en 1887, 188 en 1888 y más de 3000 en 1913.
Es interesante señalar que la pionera de las agrupaciones astronómicas españolas es anterior a la francesa, en efecto la Sociedad Astronómica Flammarion de Jaén se funda en 1881. A esta le sucedieron varias asociaciones más que rendían homenaje al astrónomo en Francia, Bélgica e incluso México.
Flammarion recibió numerosas distinciones en vida. Fue nombrado Caballero de la Legión de Honor en 1881, la más importante de las distinciones francesas, un nombramiento que volvería a conseguir con el grado de Oficial (1912) y de Comandante (1922). En España fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en 1900 aprovechando su visita al país con ocasión del eclipse de sol que pudo observar desde Elche. Pero ya había recibido antes el título de comendador de la Orden Real de Isabel La Católica y en 1896 había sido nombrado Gran Oficial de la Orden de Carlos III.
A finales de 1900, en España había 68 asociados en la Société Astronomique de France, entre ellos astrónomos como Josep Comás Solá o José Joaquín Landerer y el rey de España Alfonso XIII. Por cierto, tras los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, un grupo de anarquistas solicitó a Flammarion la expulsión del rey de la asociación, pero se rechazó la propuesta por no vincular a la asociación en cuestiones políticas.
Flammarion es una figura habitual en las revistas ilustradas de nuestro país. En un artículo publicado en La Ilustración Artística, Emilia Pardo Bazán asegura que el escritor posee «el don de interesar divirtiendo». Y es que Flammarion sabe aprovechar todos los medios a su alcance. Recurre a los mejores ilustradores de su tiempo, entre ellos al granadino Luis Falero (véase Erotismo entre las estrellas. La cara oculta. AstronomíA, noviembre 2012). Sus libros están llenos de imágenes e ilustraciones, en sus colecciones tampoco faltan los mapas lunares y los planisferios celestes, además de las efemérides astronómicas. Materiales muy útiles para los aficionados a la astronomía que no se limitan a leer divulgación y demandan una información de tipo práctico. En España estas publicaciones cuentan con el apoyo de políticos como Manuel Becerra y Bermúdez (1820-1896) que están convencidos de que la divulgación tiene un papel importante para sacar al país de su pertinaz aislamiento y retraso. La fama de Camille llegó a tal extremo que su retrato aparecía incluso en colecciones de cromos de la época.
La imprenta Gaspar y Roig creada en Madrid por los catalanes José Gaspar Maristany y José Roig Oliver, fue la encargada de publicar en 1845 Las tierras del cielo, posteriormente en la elegante colección Biblioteca Universal de la editorial Montaner y Simón aparecerá en dos tomos La atmósfera: los grandes fenómenos de la naturaleza. No obstante, buena parte de sus obras en español se editó en Francia, por ejemplo en la editorial de la Viuda de Charles Bouret que tenía los derechos.
Los fans de Flammarion eran capaces de llegar a extremos verdaderamente delirantes. Se cuenta que entre sus admiradoras estaba una joven condesa, algunas fuentes hablan de la condesa de Saint Ange, aunque Flammarion nunca quiso aclarar su identidad.
Durante una cena, el astrónomo le dijo a la señora al oído que tenía los hombros más hermosos que había visto nunca. A los pocos años, la condesa murió de tuberculosis y dejó a su médico el encargo de cumplir su última voluntad: enviarle la piel de los hombros al astrónomo. La mujer de Flammarion recibió el paquete y quedó horrorizada al ver el contenido, pero Flammarion quiso atender el deseo de la condesa y mandó la piel a un curtidor que dedicó tres meses a prepararla. El peculiar obsequio sirvió para encuadernar dos libros. Uno de ellos se conserva en la biblioteca del observatorio de Juvisy, se trata de La pluralité des mondes habités, en la portada se puede leer una inscripción dorada al fuego que indica que el libro está encuadernado en piel humana. La condesa estaba convencida de que había vida en otros planetas y de que el alma migraba a esos lugares tras la muerte.
El observatorio de Juvisy
En Juvisy-sur-Orge, un pueblo ubicado a las orillas del Sena a 19 km del sudeste de París se encontraba la antigua casa de postas y albergue À la Cour de France. El lugar fue escenario de un pequeño capítulo de la historia del país, el 30 de marzo de 1814 Napoleón Bonaparte pasó la noche en este lugar y fue aquí donde se enteró de la capitulación de París. Unos años después, tanto el edificio como el amplio jardín anexo pasarán a manos del acaudalado comerciante bordelés Louis-Eugène Meret que, soltero y sin descendientes, decide legar la propiedad a su admirado Camille Flammarion en 1882 para que instale un observatorio.
En el momento del traspaso, el inmueble llevaba desocupado más de una década y estaba en muy mal estado. Gracias a los suscriptores de la revista L’Astronomie, que a finales de siglo alcanzará una tirada de unos 100 000 ejemplares, Flammarion pudo llevar a cabo una amplia renovación del edificio y la instalación de una cúpula para el observatorio astronómico.
Un portal monumental con una estrella dorada de cinco puntas y el lema Ad veritatem per scientiam (A la verdad a través del conocimiento) da la bienvenida al observatorio. En 1899, el arquitecto François Giamarchi recibió el encargo de transformar la fachada principal del edificio que daba al jardín añadiendo un relieve decorativo de columnas jónicas que sostienen una cornisa. En el centro de las columnas aparecen enlazadas las letras C y F correspondientes al nombre del nuevo propietario. En el frontón de entrada está escrita la letra hindú Om, escrita en francés como Aum, toda una declaración de intenciones por parte de un astrónomo convencido de la existencia del alma y de la síntesis de las religiones.
En el muro sur de la entrada también destaca el bonito reloj de sol realizado por el arquitecto David Roguet en 1910 que marca la hora local.
El observatorio de Juvisy no solo es el lugar de trabajo de Flammarion, también será su residencia durante buena parte del año. En la capital vive en un piso de la Rue de Cassini, justo enfrente del Observatorio de París, donde pasa los meses de invierno atendiendo sus numerosos compromisos. En primavera se traslada a Juvisy para dedicarse a la observación y la escritura. En la planta baja se encontraba el recibidor con un pequeño museo, el salón y un gabinete de curiosidades donde exhibía su colección de minerales y meteoritos, un precioso globo celeste de Coronelli, relojes de sol, clepsidras e incluso ¡una cabeza de jíbaro reducida!
En la primera planta se encuentran la oficina y la biblioteca, que atesora la impresionante cifra de 10 000 volúmenes, entre ellos una copia del Almagesto de Ptolomeo editada en Venecia en 1555 y que Flammarion consiguió en una subasta en su juventud. También cuenta entre sus fondos con buena parte de las principales obras de referencia de la historia de la ciencia, no solo de astronomía. En esta planta también está el apartamento privado donde vive con su mujer, Sylvie Petiaux. Sylvie era seis años mayor que él, algo infrecuente en la época. Se casó después de que ella enviudará en 1873 tras una larga aventura, la luna de miel la celebraron con un viaje en globo. Sylvie fue una feminista y pacifista convencida, además de una extraordinaria anfitriona que tocaba muy bien el piano.
A los nueve meses de la muerte de Sylvie en 1919 a causa de la mal llamada gripe española, Camille se casará con su colaboradora Gabrielle Renaudot, 35 años más joven que él. El asteroide 355 Gabriella, descubierto el 20 de enero de 1893 por Auguste Charlois, lleva su nombre.
En la segunda planta se encuentran el laboratorio fotográfico y la sala de los astrónomos, decorada con un friso adornado con los nombres de Pitágoras, Hiparco, Copérnico, Galileo, Kepler, Bradley, Herschel, Laplace, Arago y Le Verrier. En la actualidad esta estancia está muy deteriorada y la Sociedad Astronómica de Francia está a la espera de conseguir los fondos y las autorizaciones necesarios para su restauración.
En la parte alta del edificio se instala la cúpula del observatorio. Para la obra, Flammarion contó con el asesoramiento de numerosos astrónomos, entre ellos Francesco Denza, director del observatorio Vaticano. El telescopio no va instalado sobre un pilar, ya que la estructura del edificio no permitía una obra de tal envergadura. El ingeniero Adolphe Gilon sustituyó el techo a dos aguas por una terraza sobre la que se montó una cúpula de cinco metros de diámetro. El ingenioso sistema de apertura es el original de la época y permite deslizar de forma independiente cuatro paneles gracias a un sistema de raíles y una manivela. La cúpula tiene la particularidad de disponer de varios tragaluces con cristales de colores que dan un ambiente peculiar a la estancia.
El telescopio era un instrumento extraordinario que costó la nada despreciable cifra de 24 000 francos y que se inspiraba en un instrumento similar situado en la torre oeste del Observatorio de París. El precio del telescopio equivalía a los ingresos anuales del astrónomo, el equivalente a unos 100 000 euros en la actualidad. Cuenta con una lente de 240 mm de diámetro y 3,75 metros de distancia focal tallada por Denis Albert Badou y una montura realizada por Gaussin. Disponía de un mecanismo de relojería obra de Louis Bréguet. También se conserva la ingeniosa escalera de madera sobre la que aparece sentado Flammarion en la siguiente fotografía. Cuenta con escalones abatibles para poder sentarse cómodamente.
El telescopio y la cúpula se restauraron entre 2007 y 2011. Los resultados de las investigaciones realizadas en el observatorio aparecieron publicados en numerosos artículos y fotografías en L’Astronomie, la revista oficial de la SAF. El observatorio se dedicó principalmente a la observación física del Sol, los planetas y sus satélites, así como al estudio fotográfico de estrellas variables.
Los astrónomos de Juvisy
Poco tiempo después de disponer por fin de un observatorio de primer nivel, Camille reconoce con preocupación que no puede aprovecharlo como le gustaría. Sus múltiples compromisos, los honores y el trabajo con las editoriales reclaman buena parte de su tiempo en París. La única solución que se le ocurre es contratar un astrónomo en Juvisy para que se haga cargo de los trabajos de observación. La idea demuestra ser difícil de llevar a la práctica. Los astrónomos que ya tienen plaza en París no desean renunciar a ella. Flammarion propone al Estado francés la posibilidad de contratar a un astrónomo a medias, corriendo a partes iguales con el sueldo. Nadie quiere renunciar a las comodidades de París y establecerse en un pueblo a 20 km de la capital. El último tren a París sale de Juvisy a las once de la noche, por lo que no es posible observar en las mejores horas de la noche. En el contrato del primer astrónomo que empieza a trabajar en 1890, Monsieur Guénaire, se estipula que observará alrededor de tres horas diarias por un salario de 200 francos mensuales, asimismo se le facilitará un abono de transporte mensual para acceder al observatorio. Los continuos viajes y los numerosos ajustes que requiere el telescopio y que se llevan la mayor parte del tiempo hacen mella en la salud del astrónomo que exige una reducción del horario de trabajo a tres días en semana. Flammarion rechaza la solicitud y empieza una nueva búsqueda de colaborador. Finalmente el elegido será el astrónomo de origen griego Eugène Antoniadi, gran lector de Flammarion y hombre con una capacidad de trabajo notable. Posteriormente colaborarán también Lucien Rudaux, autor de Sur les autres mondes, uno de los libros de astronomía más bonitos editados en Francia; Ferdinand Quénisset, pionero de la astrofotografía; Antonin Benoit, que dejará el puesto para entrar en la empresa Bardou de fabricación de telescopios y, finalmente, Gabrielle Renaudot, que compaginará su labor como secretaria de la SAF, directora de L’Astronomie y astrónoma desde 1925 hasta 1962. Quénisset descubrió dos cometas desde Juvisy y el hábil observador Antoniadi descubrió en 1896 unas sutiles formaciones radiales en los anillos de Saturno que posteriormente confirmaría la sonda espacial Voyager 1.
En 1885, Flammarion hace levantar una torre almenada para que los astrónomos puedan acceder directamente a la cúpula sin tener que pasar por las estancias de la residencia. Desde la terraza anexa a la cúpula se puede observar con telescopios portátiles de menor tamaño. Entre ellos destaca un telescopio de 108 mm de la marca Secrétan; un telescopio Foucault marca Secrétan con espejo de 160 mm de diámetro tallado por el propio Foucault; un telescopio de madera con montura azimutal con uno de los primeros espejos fabricados por los hermanos Henry, que se convertirían en ópticos de renombre con sus astrógrafos para el proyecto Carte du Ciel.
En el observatorio se conserva el precioso telescopio que Antoniadi recibió como regalo de boda. Se trata de un telescopio newtoniano de 216 mm de diámetro fabricado en el taller del prestigioso óptico inglés Georges Calver (1834-1927), profesional que talló más de 4000 espejos astronómicos durante su dilatada carrera. Tiene la peculiaridad de que una trampilla a la altura del espejo primario permite acceder al interior para retirar la tapa de madera que protege el espejo. Con este telescopio Antoniadi estudió varias oposiciones marcianas. La oposición de finales de septiembre del año 1909 fue extraordinaria. Antoniadi siguió la oposición en Juvisy desde principios de agosto hasta el 19 de septiembre. El 20 de septiembre se fue a seguir la oposición con el gran telescopio del observatorio de Meudon. Estos trabajos fueron definitivos para demostrar que los canales marcianos eran solo un mito.
El observatorio de Juvisy se convirtió en un centro importante de la vida social de la localidad. El 29 de julio de 1887 acude a la inauguración oficial del observatorio el emperador de Brasil, Pedro II, gran aficionado a la astronomía que plantará un tejo en el jardín como recuerdo de su visita. A Juvisy también acuden la reina María de Rumanía, el músico Camille Saint-Säens, el ingeniero Gustave Eiffel o el astrónomo americano Percival Lowell que debe su fiebre marciana a una obra de Flammarion: La Planète Mars et ses conditions d’habitabilité (1892).
Camille Flammarion también estuvo muy interesado en las ciencias ocultas. Gran amigo de Allan Kardec, fundador del espiritismo, estaba convencido de que «el espiritismo es una ciencia, no una religión». Como demuestra su obra, durante buena parte de su vida estudió los fenómenos paranormales, un tema muy en boga en aquellos años que interesaba a numerosos científicos en todo el mundo. En Juvisy se conservan detallados informes de las sesiones espiritistas, por ejemplo, los de la conocida médium italiana Eusapia Paladino. El informe realizado por un joven Antoniadi no tiene desperdicio, la médium es sorprendida en fraude flagrante y el astrónomo deja constancia de su escepticismo en este tipo de espectáculos realizados en penumbra y diseñados para engañar a los más crédulos.
El jardín de Juvisy
Además de la observación astronómica y meteorológica, en Juvisy se llevaron a cabo estudios sobre plantas. Flammarion y su esposa hicieron experimentos con cristales de colores en su invernadero para determinar cuáles permitían un mejor crecimiento de las plantas. Descubrieron que el rojo contribuía más que ningún otro color al crecimiento vegetal y llamaron a esta técnica radiocultura. Camille Flammarion también contribuyó a demostrar que la Luna no influye en el crecimiento de las plantas, contrariamente a lo que aseguraba la creencia popular.
El jardín cuenta con árboles centenarios de muchas especies: encinas, cedros, castaños… Destaca un tejo centenario del que cuenta la leyenda que bajo sus ramas descansó el rey Luis XIV. Los estanques de reserva se utilizaban para suministrar agua al huerto.
En 1925 Camille murió repentinamente de un ataque al corazón. Está enterrado, junto a sus dos esposas y según sus deseos, en el jardín del observatorio. Su tumba es una estela de granito rosa de Luxor, regalo del príncipe Farouk de Egipto, montada sobre un pedestal con la inscripción Camille Flammarion 1842 – 1925.
El observatorio en la actualidad
Gabrielle Renaudot, segunda esposa de Flammarion, donó el edificio a la Société Astronomique de France tras su muerte en 1962. En 1971, la sociedad firmó un contrato de arrendamiento por 99 años con el municipio de Juvisy para garantizar el mantenimiento, la conservación y la accesibilidad del lugar.
Actualmente, la sociedad organiza periódicamente observaciones para el público en general. Además de la magnífica biblioteca en el observatorio se conservan los manuscritos originales de las obras de Flammarion (entre ellos seis inéditos), toda su correspondencia con más de 20 000 cartas, sus observaciones y una interesantísima colección de miles de placas fotográficas de los inicios de la astrofotografía (Quénisset realizó algo más de 6000 placas en Juvisy) que son un recurso astronómico de gran interés.
El edificio fue declarado monumento histórico el 14 de diciembre de 2009 y se espera que la renovación se pueda llevar a cabo antes de 2025, centenario de la muerte de Camille Flammarion. El mobiliario se encuentra repartido en varios contenedores y, aunque la restauración es compleja, sería muy interesante recuperar el observatorio y llevar a cabo una clasificación definitiva de sus interesantes fondos.
En 1906 el astrónomo alemán Max Wolf descubrió un asteroide que lleva el nombre 605 Juvisia en honor a este observatorio. Unos años después, en 1924, Wolf descubrirá en Heidelberg otro asteroide al que llamará 1021 Flammario.
Agradecimientos
Los autores desean expresar su agradecimiento al señor Jean Guérard, director del Observatorio Camille Flammarion, por la visita guiada al observatorio. A Satur García Marín de la Société Astronomique de France y a su hija Garazi por las gestiones para realizar la visita. También queremos agradecer la colaboración de la dra. Solange Hibbs de la Universidad de Toulouse 2 por la documentación facilitada para este artículo.
BIBLIOGRAFÍA
AYMARD, Colette; MAYEUR, Laurence-Anna. L’observatoire de Juvisy-sur-Orge, l’univers d’un chercheur à sauvegarder. DOI: 10.4000/insitu.13211
BELLIDO, Paco. Marte imaginado. AstronomíA, junio de 2020.
COTARDIÈRE, Philippe de la; FUENTES, Patrick. Camille Flammarion. Ed. Flammarion, 1994
FLAMMARION, Camille. Memorias de un astrónomo. Librería de la viuda de Ch. Bouret. París, 1913.
HIBBS, Solange. Camille Flammarion (1842-1925) en España: vulgarización científica y poética de la ciencia en Los discursos de la ciencia y de la literatura en España (1875-1906), Vigo, Editorial Academia Hispanismo, 2015, pp. 321-347.
Enhorabuena por el divertido artículo, se disfruta de su lectura. Impresionante la historia de la piel de los hombros, ya la había leído escrita por ti, recuerdo haberla comentado en la sociedad Omega. Gracias por tu gran trabajo, Paco!
Muchas gracias, Isaías. No hay muchos libros encuadernados con piel humana y ninguno con una historia tan bien documentada como este.
No conocía su biografía ni que había sido tan famoso. Muy completo el artículo. Gracias
*un detalle: Pedro II no fue rey, sino emperador de Brasil.
Saludos desde Buenos Aires, Argentina
Corregido. Muchas gracias, Carlos.