Una visita al Museo Galileo de Florencia

Por Paco Bellido, el 30 diciembre, 2016. Categoría(s): Destinos astronómicos • Historia ✎ 4

Al lado de la Galería Uffizi, la gran pinacoteca toscana, se alza el imponente Palazzo Castellani, una sólida construcción del siglo XI situada en la margen derecha del Arno que acoge el Museo Galileo, anteriormente conocido como Museo de la Historia de la Ciencia. Las colecciones de instrumentos científicos de esta institución florentina se cuentan entre las más importantes del mundo en su género.

El 10 de junio de 2010, tras dos años de remodelación en los que se montaron nuevas vitrinas herméticas y una novedosa iluminación, el museo volvió a abrir con el nuevo nombre de Museo Galileo. El cambio de nombre, una medida que obedecía a razones de marketing, suscitó cierta polémica entre el personal, pues la labor de esta institución no se limita al trabajo del genial astrónomo toscano. No obstante,  la medida demostró ser un éxito pues se pasó de 75.000 visitantes anuales a más de 180.000.

La reinauguración coincidió con el cuarto centenario de la publicación del Sidereus Nuncius, la obra donde Galileo divulgó los descubrimientos astronómicos realizados con su telescopio.

El Palazzo Castellani, sede del Museo Galileo. Foto: © Lola Vázquez
El Palazzo Castellani, sede del Museo Galileo. Foto: © Lola Vázquez

El museo hará las delicias de todo aficionado a la Astronomía, no en vano, del millar de objetos en exposición unos 150 están relacionados con esta ciencia. El Museo Galileo cuenta con numerosos fondos en depósito, en las vitrinas se exponen aproximadamente un tercio de los fondos. Las vitrinas cuentas con descripciones en italiano e inglés. También se dispone de una app gratuita para smartphone y tablet donde se explican 80 piezas destacadas de la colección.

Historia del museo

El Museo Galileo atesora dos grandes colecciones históricas, la de los Medici y la de la Casa de Lorena. La colección medicea proviene de Cosme I que la instaló originalmente en el Palazzo Vecchio, en la actual sala de los Mapas Geográficos. En 1775 el gran duque Pedro Leopoldo de Lorena fundó el Museo Regio de Física e Historia Natural, en el actual Museo de la Specola (al que nos referiremos en una próxima entrega de «Destinos astronómicos»). La colección paso al nuevo museo. Los nuevos instrumentos para el estudio de las matemáticas, de la física, de la meteorología y de la electricidad formaron el germen de la colección de la Casa de Lorena.

En 1930 se creó el Instituto de Historia de la Ciencia, con un museo anexo en el Palazzo Castellani, donde la Universidad de Florencia trasladó las dos grandes colecciones de instrumentos científicos. La primera planta está dedicada íntegramente a la colección medicea, las nueve salas están dedicadas a la astronomía y la medición del tiempo; a la representación del mundo; a la ciencia y el mar; a la ciencia de la guerra; al nuevo mundo de Galileo; a la Accademia del Cimento, una de las primeras sociedades científicas del mundo, fundada en 1657 por algunos discípulos de Galileo y la última sala está dedicada a la exploración del mundo físico y biológico después de la época de Galileo.

En la segunda planta se encuentra la colección de la Casa de Lorena, con instrumentos de los siglos XVI al XIX repartidos en nueve salas dedicadas al coleccionismo lorenés; al espectáculo de la ciencia; a la enseñanza de la ciencia; a la industria de los instrumentos de precisión; a la medida de los fenómenos naturales; a la química y su utilidad pública en la ciencia y, finalmente, a la ciencia en casa.

El museo cuenta también con un laboratorio multimedia y una biblioteca especializada en historia de la ciencia situada en la tercera planta que guarda cerca de 150.000 ejemplares, 5000 de los cuales pertenecen a fondos antiguos.

En 2007 se instaló en el exterior del museo una meridiana monumental. Con diseño de Luise Schnabel y Filippo Camerota, vicedirector del museo, consta de dos partes: un monolito que arroja sombra sobre el suelo y funciona como reloj de sol además de indicar la fecha y una meridiana vertical en la que la sombra de la cabeza de un animal fantástico situado sobre el monolito, la «lucipera», mitad lagarto, mitad víbora, indica al mediodía la posición del Sol a lo largo del zodíaco. Mirando en dirección norte, la estela de bronce que simboliza la noche contiene la representación de la Osa Mayor y de la Osa Menor para ayudar a localizar la Estrella Polar.

Las colecciones mediceas

Cosme I de Medici, no solo fue un gran mecenas de las artes, también lo fue de las ciencias. El duque impulsó las enseñanzas científicas en la Universidad de Pisa además de fundar los jardines botánicos de Pisa (1544) y de Florencia (1545). Reunió una gran colección de instrumentos científicos de calidad excepcional, fabricados por artesanos locales y extranjeros, sobre todo alemanes. Su sucesor, Francisco I, mostró una mayor preferencia por la Alquimia y por las propiedades de los medicamentos. En la época de Cosme II, el matemático pisano Galileo Galilei (1564-1642) es acogido triunfalmente al servicio de la casa Medici, la llegada del genial astrónomo supone un cambio en la política de mecenazgo. A partir de este momento se centraron en dar mayor protagonismo a la experimentación. Este será el germen de la creación de la Accademia del Cimento.

En la sala II, dedicada a la astronomía, encontramos una colección de instrumentos de gran calidad. Destacan el globo celeste de Ibrahim ibn Said al Sahli (1085), una pieza procedente de Valencia donde aparecen representadas 1015 de las 1025 estrellas del Almagesto. También cabe resaltar una magnífica colección de astrolabios de varias épocas, así como nocturlabios, cuadrantes, esferas armilares y relojes de sol.

Entre las piezas de la primera planta del museo destaca por sus dimensiones la gran esfera armilar de dos metros de diámetro fabricada entre 1588 y 1593 por Antonio Santucci. Esta gran esfera armilar es similar a otra de menor tamaño fabricada para el rey Felipe II en 1582 que se conserva en la Biblioteca de El Escorial. El ejemplar florentino fue un encargo de Fernando I de Medici para la Sala de la Cosmografía de los Uffizi. Plasma la imagen del mundo según la concepción aristotélica desarrollada por Tolomeo. En el centro se sitúa el globo terrestre y a su alrededor las armillas de los planetas conocidos. Llama la atención que el mapa está perfectamente actualizado según los conocimientos geográficos de la época. Tras la restauración del siglo XVIII la esfera está incompleta y algunas partes resultan incongruentes.  Recientemente se ha llevado a cabo otra restauración que ha exigido diez años de estudio por parte de un equipo interdisciplinar.

Esfera
Esfera armilar de Antonio Santucci. Foto: © Lola Vázquez

También cabe destacar la colección de globos terrestres y celestes, en especial los creados por Willem Jansz Blaeu (1622) o los del gran cartógrafo veneciano Vincenzo Coronelli (1692). La muestra de telescopios de los siglos XVI y XVII es única en su género y constituye una de las mejores colecciones del mundo de este tipo. Encontramos refractores fabricados por Campani, Divini, Torricelli, así como telescopios ingleses, alemanes y neerlandeses.

Galileo

Sin duda la sala más importante del museo es la que guarda los dos telescopios originales de Galileo que han sobrevivido hasta nuestros días, están forrados en piel con grabados dorados. Uno de los instrumentos, de 92,7 cm de longitud y 20 aumentos de potencia, fue regalado a Cosme II poco después de la publicación del Sidereus Nuncius (13 de marzo de 1610).

También se conserva la lente del telescopio con el que se descubrieron los satélites de Júpiter. La lente fue donada al Gran Duque Fernando II y se rompió accidentalmente. En 1677 los Medici encargaron el marco de madera de ébano donde se conserva actualmente. Esta lente estuvo expuesta a la entrada de la Galería Uffizi siendo una clara precursora del marketing museográfico. Los análisis realizados en los últimos años han demostrado que se trata de una lente de excelente calidad óptica.

Telescopios
Los dos telescopios de Galileo y la lente del telescopio con el que se descubrieron las lunas de Júpiter. Foto: © Lola Vázquez

Además de los telescopios, en esta sala se pueden ver algunas piezas interesantes como el jovilabio, un aparato mecánico de bronce ideado por Galileo para calcular la posición de los satélites de Júpiter. El jovilabio tenía como objetivo resolver el grave problema de la determinación de la longitud en alta mar, que tantas vidas costaba a las grandes flotas de las potencias europeas. Los barcos se perdían en el mar, las tripulaciones enfermaban de escorbuto y los marineros morían por docenas. Lamentablemente el método de determinación de la longitud mediante la observación de los satélites de Júpiter no era viable en alta mar. También se conserva un reloj de péndulo inventado por Galileo y fabricado en 1877 por el relojero florentino Eustachio Porcelloti. Asimismo destaca el compás geométrico y militar de Galileo que simplificaba notablemente la resolución de problemas aritméticos y geométricos.

Como si de reliquias seculares se tratara, en una vitrina se exhiben dos de los dedos de Galileo. La historia de cómo llegaron al museo parece sacada de una novela de misterio. Tras ser acusado de herejía, Galileo no tuvo fue enterrado dentro de una iglesia como habría correspondido a alguien de su rango. Años después, seguidores próximos al gran duque de Toscana usaron sus influencias para encontrarle una tumba adecuada. En 1737, casi un siglo después de la muerte del astrónomo, los miembros de la élite cultural y científica de Florencia desenterraron los restos en un ritual de corte masónico. La Masonería, no lo olvidemos, prosperaba en la época como contrapunto al poder de la Iglesia. Según el notario que registró el proceso, el naturalista Giovanni Targioni Tozzetti amputó con un cuchillo varios dedos del cadáver y guardó una vértebra de su esqueleto como recuerdo. Tras el macabro ritual, el grupo colocó los restos de Galileo frente a los de Miguel Ángel en su ubicación actual: una elegante tumba de mármol en la iglesia de Santa Croce, un templo regido por el poder toscano al que no llegaba el control vaticano.

Dedos
Reliquias galileanas. Foto: © Lola Vázquez

La vértebra acabó en la Universidad de Padua, famosa por su escuela médica, mientras que el dedo medio terminó en la colección que sería la base del Museo Galileo. Sin embargo, el pulgar, el índice y la muela desaparecieron en 1905 y no se volvió a saber de ellos hasta que aparecieran en una subasta de relicarios en octubre de 2010. Un coleccionista florentino, Alberto Bruschi, se hizo con el lote para complacer a su hija, Candida, fascinada por los relicarios. Tras darse cuenta de que la figura que aparecía en la parte superior del relicario se parecía a Galileo, la familia se puso en contacto con un experto que a su vez llamó a Paolo Galluzzi, director del Museo Galileo, quien certificó finalmente que se trataba de los restos desaparecidos en 1905.

Las colecciones de la Casa de Lorena

Tras la muerte en 1737 de Juan Gastón de Medici, el ducado pasa a manos de Francesco Stefano de Habsburgo-Lorena. El hijo del duque encarga al científico Felice Fontana la reorganización de las colecciones científicas. Las colecciones pasan al Imperial y Regio Museo de Física e Historia Natural, inaugurado en 1775. El nuevo museo se equipa con aparatos modernos para explicar las nuevas ramas de la ciencia, en particular las matemáticas, la electricidad y el magnetismo. Los fondos siguen aumentado hasta 1859, año en que el último gran duque de Toscana, Leopoldo II, abandona la región.

Strano
El autor con el Dr. Giorgio Strano, curador de las colecciones del Museo Galileo. Foto: © Lola Vázquez

Entre las piezas destacadas de la segunda planta cabe citar un banco químico del siglo XVIII perteneciente al gran duque Pedro Leopoldo y que servía para realizar experimentos. Milagrosamente se conservan los contenedores de vidrio con sustancias químicas, salvados tras una de las crecidas fluviales del Arno que inundaron buena parte del palazzo.

También es muy interesante la sala XIV, dedicada a los instrumentos de precisión, donde podemos encontrar telescopios y un espectroscopio creados por uno de los mejores fabricantes de instrumentos de la época, el italiano Giovanni Battista Amici (1786-1863).

Telescopios
Algunos telescopios de la colección lorenesa. Foto: © Lola Vázquez

Otra pieza que guarda una historia curiosa es una lente de 1690, tallada en Dresde por Benedikt Bregans. Está montada sobre un bastidor de madera dorada y tiene una focal de 1580 mm. Otra lente de menor tamaño se usa como condensador que puede ajustarse con una corredera. Además dispone de una plaquita de metal para colocar muestras. El extraño artilugio fue utilizado por Giuseppe Averani y Cipriano Targioni para realizar experimentos sobre la combustión de diamantes. En 1814, Humphry Davy (que visitó Florencia en compañía de Michael Faraday) utilizó la lente para repetir los experimentos de Averani.

Lente
Lente para realizar experimentos sobre la combustión de diamantes. Foto: © Lola Vázquez

En 1860, Giovanni Battista Donati, astrónomo de La Specola montó la lente sobre un tubo para utilizarlo como condensador de luz estelar a fin de observar las bandas de absorción de los espectros estelares. Estos trabajos pioneros en espectroscopia sirvieron de base al padre Secchi para iniciarse en esta rama y, posteriormente, crear la primera clasificación espectral de las estrellas. El tubo cónico puede verse actualmente en la Sala de las Cigüeñas del Museo de La Specola de Florencia.

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No es el Smell-o-Scope del profesor Farnsworth. Museo della Specola, Florencia. Foto: © Lola Vázquez

La casa de Galileo

Aprovechando la visita a Florencia, merece la pena cruzar al otro lado del río para recorrer la Costa San Giorgio, donde encontramos una casa (en el número 19) que fue propiedad de Galileo entre 1629 y 1634. Aunque el astrónomo no pasó mucho tiempo aquí, podemos ver su retrato en la fachada, así como su escudo familiar. En esta calle se encuentra el Convento de San Jorge, donde estuvo recluida Sor Arcangiola, una sobrina de Galileo, hija de su hermana Virginia.

Casa de Galileo en Costa San Giorgio 19. Foto: © Paco Bellido
Casa de Galileo en Costa San Giorgio 19. Foto: © Paco Bellido

Agradecimientos

Los autores desean expresar su agradecimiento al profesor Giorgio Strano, curador de las colecciones del Museo Galileo, por la visita guiada y la excelente información facilitada para la elaboración de este artículo.

Bibliografía

CAMEROTA, Filippo (Ed.). Museo Galileo. Guía de los tesoros de la colección. Giunti, 2012

GALLUZZI, Paolo (Ed.). Galileo. Images of the Universe from Antiquity to the Telescope. Giunti, 2009

Página web: http://www.museogalileo.it/



4 Comentarios

  1. «Tras ser acusado de herejía, Galileo no tuvo fue enterrado dentro de una iglesia como habría correspondido a alguien de su rango»

    Galileo no solo fue «acusado de herejía» sino que en 1633 fue ‘condenado por herejía’. La teoría copernicana era incompatible con el fundamentalismo bíblico de la Iglesia católica. El gran inquisidor Roberto Belarmino, declarado santo en el siglo XX, lo expuso así en 1615: «Que el Sol gira en torno a la Tierra y que la Tierra está inmóvil es materia de fe porque [quien] lo dice [es] el Espíritu Santo» (‘Carta a Foscarini’, 12 abril 1615).

  2. EXCELENTE ARTICULO, ME EMOCIONA, ES HISTORIA PURA.NO SE QUE MAS DECIR, SOLO FELICITARLOS, ME ENCANTA LA HISTORIA..GRACIAS. EDITH (ARGENTINA).-

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Por Paco Bellido, publicado el 30 diciembre, 2016
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